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Cuerda de presas (Fidel Martínez, Jorge García, 2005)

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Cuerda de presas
Dibujante: Fidel Martínez / Guionista: Jorge García

Portada


Sinopsis:

En Historia y Cómic se escribió:Cuerda de presas retrata las cárceles franquistas de la inmediata posguerra y la represión que padecieron miles de mujeres, las habituales grandes olvidadas de la Historia. García y Martínez utilizan historias cortas para crear un reflejo general del mundo carcelario de los años 40, y de esta manera nos permiten observar diferentes cárceles y situaciones muy diversas, que en conjunto denuncian la barbarie franquista de forma global.

Lombilla, en Tebeosfera, el 29 de junio de 2005, escribió:[...] Hace casi setenta años que la guerra civil española acabó pero los labios de su enorme herida siguen aún separados. Lejos de curarse, en esa llaga abierta se ha instalado desde hace algún tiempo una infamante trinchera desde la que, con inicuas balas de papel, se revive la lucha fraticida. La enorme garra franquista se aferró inmisericorde a las gargantas de los españoles para crear un sumiso país de mudos; luego, la sacrosanta Transición y su oprobioso pacto de silencio vino a dejar las cosas como estaban en aras de un injusto y cobarde entendimiento. Los socialistas, cuando llegaron al poder en 1982, no se atrevieron a emprender esa necesaria recuperación de la memoria histórica a la que después, para minar el poder de la derecha que le había descabalgado del gobierno en 1996, se unieron hipócritamente. Para contrarrestar ese movimiento ciudadano iniciado en 1997, a partir del año 2000 comenzó, en connivencia con el poder político, una ola revisionista desde la derecha más reaccionaria y asilvestrada (con Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Pío Moa a la cabeza), que rescataba las tesis franquistas impuestas por los vencedores durante los cuarenta años que detentaron el poder. Había que “reconquistar” la memoria y no dudaron en volver a echar tierra sobre los cadáveres exhumados de los españoles represaliados por Franco. La guerra la hacen los hombres y en España, como en Troya, como en todas las guerras, las mujeres se convierten en un preciado botín para el ganador. Las mujeres españolas apresadas tras la guerra son un claro ejemplo y la amnesia que ha rodeado su encierro, ese imperdonable olvido, es una onerosa cuenta pendiente que saldar antes de que podamos clausurar por fin las puertas de nuestro siniestro pasado. Cuando el coro en Troya grita «¿Quién será el dueño de esta mísera esclava?», al fondo se escucha el rudo eco de una puerta de hierro que se cierra en la cárcel de Ventas de Madrid en 1939.

Cuerda de presas es un magnífico libro que cuenta a través de once historias la vida de las presas políticas en distintas cárceles españolas durante los primeros años de la dictadura franquista. Con un dibujo de fuerte impacto expresionista, de grandes manchas negras que contrastan con blancos intensos y un oportuno uso del gris mecánico en perfecta simbiosis creativa con un guión de gran altura literaria, Jorge García y Fidel Martínez rescatan del olvido a estas mujeres continuando en la historieta la senda emprendida por algunos escritores como la malograda Dulce Chacón, autora en 2002, un año antes de su temprana muerte, de la imprescindible obra literaria La voz dormida, donde también se narra la vida de una serie de mujeres en la madrileña cárcel de Ventas.

En el prólogo de Cuerda de presas, el crítico de arte y guionista de historieta y humor gráfico Felipe Hernández Cava destaca la importancia de esta obra («… una reflexión moral sobre nuestros ayeres…») para el mundo de la historieta que hasta ahora adolecía de una cierta indiferencia moral ante aquel drama de nuestra historia reciente (con escasas excepciones como las impresionantes obras de Carlos Giménez Paracuellos y Barrio o los apuntes de Miguel Gallardo sobre la guerra de su padre). Según el reputado guionista, este libro portentoso es de lo mejor que ha dado jamás la historieta española: «cada trazo y cada frase, cada silencio y cada mancha, surgen de los dominios de una visualidad que quiere persistir en nuestra retina mediante la sentida afectación y asunción de un tiempo que no ha desaparecido impunemente y que ellos, y yo como lector, quisiéramos que fuese un presente arrebatado a los ideólogos que ayer, hoy y mañana lo han utilizado como propaganda de unos contra otros o simplemente lo han empujado hacia el terreno de la fantasmagoría».

Estas once historietas son como once aldabonazos en las puertas cerradas de la conciencia de una España intoxicada desde hace demasiado tiempo por las nocivas aguas del río Leteo. “Entre rejas”, la historia que abre el libro, es una pequeña obra maestra de siete páginas en las que se resume, con una pericia que para sí quisieran autores más veteranos, la vida de una mujer desde que sale del campo para servir en la capital hasta que acaba en la cárcel de Alicante tras haber hecho la guerra como miliciana. El paralelismo entre la viñeta inicial (un plano cenital de la protagonista niña junto al padre, que ara el campo bajo la mirada inmisericorde del sol, con las líneas que forman los surcos del arado dominándolo todo) y la tenebrista que cierra la extraordinaria obra (ella, adulta, saliendo de la cárcel traspasada por las sombras alargadas de los barrotes) es de una contundencia narrativa emocionante. Los textos, frases cortas sobre las viñetas, narran en primera persona la desgarradora historia de una protagonista sin nombre porque es la historia de muchas mujeres. La frase inicial y la final, en perfecta comunión con el paralelismo gráfico, poseen una dramática belleza. Comienza diciendo: «Para mí, las rejas no siempre fueron sinónimo de encierro. Cuando era niña, la reja del arado permitía a mi padre arrancarle el pan a la tierra» (p.9). Y termina: «En 1951 creí dejar atrás los barrotes de la prisión… pero, al pisar aquella España imperial… supe que las rejas venían conmigo» (p.15). Perfecta metáfora de un tiempo, la posguerra, y de una cárcel enorme, omnipresente: la España de Franco. Esta primera historia, como para rebatir de un plumazo la crítica visceral con la que los nostálgicos de aquella época suelen despachar obras tan necesarias, no la convierten los autores, ni a ninguna de las que siguen, en un panfleto de buenos contra malos. Sin olvidar que es una historia de víctimas porque los verdugos ya tuvieron cuarenta años para homenajear a sus ‘mártires’ (santificados convenientemente por la iglesia de Roma), no les tiembla el pulso a la hora de mostrar los actos execrables de los defensores de la República (entre los que paradójicamente se encontraban, no lo olvidemos, acérrimos enemigos de la misma): cuando la protagonista va al frente como miliciana, se da de golpe contra la machista realidad que impera en el ‘paraíso’ libertario: «…compartíamos trinchera con compañeros que nos insultaban por negarnos a lavarles la ropa. Pronto nos obligaron a retirarnos del combate, acusadas de propagar enfermedades venéreas que los hombres contraían en la retaguardia. Volvimos a nuestra vieja prisión, la de ser esposas y madres» (p.12). [...]


Comentario personal:

    Jodido como la propia represión, una pasada de trabajo. Totalmente recomendable.

Ficha técnica

    Primera edición: España, 2005.
    Idioma original: Castellano.




Obra [cbr]
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Editorial Astiberri. Línea Sillón orejero (España, 2005)





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Nota Mar Mar 01, 2016 1:40 pm
Gracias, Ivanjoe ;)
"Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la hª universal se producen,como si dijéramos,dos veces.Pero se olvidó de agregar:una vez como tragedia y otra vez como farsa"

Nota Dom Mar 20, 2016 3:02 pm
Muchas gracias, Ivanjoe!!


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