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GARCÍA OLIVO, Pedro

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

GARCÍA OLIVO, Pedro

Nota Sab Sep 26, 2015 6:36 pm


Introducción

En la entrada en catalán de Wikipedia, que traduzco al castellano, se escribió:Pedro García Olivo (Fuente-Álamo, Cartagena, 1961) es un antipedagogo murciano. Nació en una familia humilde, estudió filosofía y se licenció en Geografía e Historia en la Universidad de Murcia, donde se graduó con la tesis La policía de la Historia Científica. Crítica del discurso historiográfico. Trabajó un tiempo de becario en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Murcia. Durante los años 80 estuvo en Nicaragua, donde trabajó en cooperativas del gobierno sandinista para desplazados de la guerra de Matagalpa, luego fue investigador en la Universidad de Budapest. Asimismo, aprobó las oposiciones a profesor de bachillerato.

Dejó la enseñanza y durante ocho años trabajó como pastor de cabras en las montañas del interior del País Valencià. En 2001 pidió el reingreso y trabajó como profesor de geografía e historia en Alpuente, hasta que el 15 de octubre de 2010 renunció definitivamente a su plaza. La publicación de El irresponsable (2000) suscitó una fuerte polémica por sus planteamientos antiescolares, no sólo de las escuelas convencionales sino también de los experimentos pedagógicos alternativos, ya que considera la figura del maestro como un mercenario del sistema capitalista.

Sobre sí mismo, aquí, Pedro García Olivo escribió:Nací en 1961 en una pedanía de Fuente-Álamo, Cartagena, en el seno de una familia de clase obrera. Mi infancia supo, quizás por ello, de la emigración, las dificultades económicas, la delincuencia alimenticia, los trastornos mentales, la escolarización tardía e intermitente… He ahí un cuadro típico…

Me licencié en Geografía e Historia por la Universidad de Murcia, donde cursé también estudios de Filosofía. Me doctoré en esa Universidad, con la tesis La policía de la Historia Científica. Crítica del discurso historiográfico. Como colaborador del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, en condición de becario, desarrollé proyectos de crítica historiográfica, de los que se desprendieron mis primeras publicaciones en revistas especializadas.

Cooperé en Nicaragua con el régimen sandinista, en los tiempos del asedio de La Contra, trabajando en las cooperativas de desplazados de guerra de Matagalpa. Residí después en la Hungría tardo-socialista de fines de los 80, donde fui acogido como investigador-huésped por la Universidad de Budapest. Antes de eso, aprobé una oposición y ejercí no demasiados años como profesor agregado de bachillerato. Fueron los días de las denuncias, de los expedientes, de los escándalos de prensa, etc. Días de una práctica deliberada de la insubordinación docente. Otro cuadro típico…

Abandoné la Enseñanza y durante ocho años me dediqué al pastoreo, viviendo de la explotación de un pequeño rebaño de cabras en una aldea de montaña del interior valenciano. Por razones de pobreza atenazante, solicité en el estío del 2001 el reingreso de excedencia; y di, hasta hace poco, clases de ciencias sociales y geografía en la SES de Alpuente. Padecí esa circunstancia como una contradicción intolerable. Me alivió pensar que, como anteayer, estaba solo de paso por la educación; y que aquel baño de infamia acabaría algún día. El diecisiete de octubre de 2010 renuncié definitivamente a la educación administrada; dejé de trabajar y dejé de obedecer, entregándome a la experiencia demoníaca de la extinción en libertad.

A raíz de la publicación de El irresponsable, y en parte debido a la polémica suscitada por sus planteamientos anti-escolares, que afectan también a los experimentos pedagógicos “alternativos” (escuelas libres, escuelas “convivenciales”, pedagogías no-directivas, etc.), he intervenido como conferenciante en Universidades del Estado español (Sevilla, Albacete, Valencia, Madrid, Salamanca, Castellón, Huesca, Santiago, Deusto, Vitoria, Barcelona, Zaragoza,…) y de Latinoamérica (Venezuela y Colombia) y en todos los Centros Sociales, Colectivos, Ateneos, Bibliotecas,… que se han interesado por estas cuestiones y me han propuesto una charla-debate.

A partir de julio de 2005, el centro de gravedad de mis inquietudes se desplazó hacia las comunidades indígeno-campesinas del área latinoamericana, donde procuré residir intermitentemente. Convertí su problemática en el eje de mis últimos trabajos literarios y videográficos.

Para contribuir a la difusión de las literaturas enemigas, he proyectado una editorial no-económica, que distribuirá de forma gratuita sus realizaciones: “Los Discursos Peligrosos Editorial”.

Fundé una familia, y luego se rompió.

Llevo toda la vida escribiendo, no sé por qué.

Pedro García Olivo, aquí, escribió:Fiel a una de las consignas clásicas de la filosofía (“pensar la vida, vivir el pensamiento”) y casi al modo de los quínicos antiguos, inicié entonces un proceso de acabamiento existencial que es también un gesto de insumisión desesperada. Si quieres ayudar a que este combate personal contra lo instituido (“¿Eres la Noche?”, Los Discursos Peligrosos y yo mismo) pueda alargarse todavía un poco más, acepto tu contribución sin sentirme por ello humillado ni halagado. A día de hoy, cifro mi orgullo residual en escapar del empleo y del mercado; y se me puede ver como un autor mendicante.

Para donaciones:
Pedro García Olivo. Núm. de cuenta:
IBAN ES29 2038 5753 1730 0173 1362

Por giro postal:
Pedro García Olivo. Aldea Sesga, 187, Ademuz-46140, Valencia, España.





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Narrativa





Artículos





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Re: GARCÍA OLIVO, Pedro

Nota Dom Sep 27, 2015 3:02 pm
Recursos de apoyo

    Escuelas libres y democracia (charla impartida por Pedro García Olivo, el 5 de diciembre de 2014, en el marco de las II Jornadas "Educando para la Vida", en Espacio Ecocultural Conviven)

Re: GARCÍA OLIVO, Pedro

Nota Dom Sep 27, 2015 3:06 pm
fuente: http://www.lahaine.org/pedir-robar-nunca-trabajar


Pedir, robar, nunca trabajar



Pedro García Olivo

La Haine / 5 de diciembre de 2014




    [Composición motivada por las conversaciones mantenidas con los compañeros de “Libres y Salvajes” en setiembre de 2013, a propósito de los “buscavidas”, las “ratas” de ciudad y otros supervivientes urbanos no-laborizados]


1. Diógenes el Perro (De espaldas al Poder y al Mercado)

Recreo una anécdota de Diógenes el Perro, transcrita por Diógenes Laercio en Vidas de los filósofos cínicos:

Diógenes tomaba el sol en el ágora, rascándose la barriga -señal de bienestar. A su alrededor, se repetía el trajín de todos los días, jaleo de gentes “instaladas” que compran o venden, que salen de sus casas o van a sus casas, que hablan de negocios o de política, que distribuyen su tiempo entre las innúmeras tareas marcadas para la jornada -pues, ya por aquel entonces, “el tiempo era oro”. Diógenes los ve pasar, como abejas atareadas, como hormigas en desfile; y se rasca la barriga, mientras disfruta del sol. Es un mendigo; y come de lo que le dan, poco o mucho, a cambio de nada, a cambio de ser él mismo, de sus palabras afiladas y de sus escenificaciones ofensivas. Mientras los demás trafican y mienten, él se rasca la barriga.

Quiere la leyenda que aparezca entonces Alejandro Magno. Yo le llamo Alejandro-el Estado... Y Alejandro reconoce a Diógenes, el filósofo desvergonzado, con la tripa al sol. Se acerca y le declara su admiración: “Diógenes, yo te admiro. Ya sé que somos enemigos; ya sé que eres un veneno o una plaga para el Imperio; ya sé que, si todos fueran como tú, mi poder no se sostendría ni un día; ya sé que me desprecias; ya sé que te burlas de mí. Pero te admiro... Te admiro por tu honestidad y tu integridad; te admiro por tu coherencia. Te admiro porque haces lo que ya nadie hace: pensar la vida y vivir el pensamiento.

Te admiro porque eres el único, en todo el Estado, que no está en venta. Y porque te puedes declarar sencillamente “libre” en un mundo de ciudadanos/esclavos y esclavos/no-ciudadanos. Por eso, porque te admiro, deseo concederte el don que tú quieras. Pide cualquier cosa y te será otorgada. Pide lo que quieras y lo haré tuyo. Pídeme a mí, el Estado, cualquier clase de Bienestar, todos los bienestares que te apetezcan, y te los concederé. Si quieres el Bienestar del Estado, seré para ti un Estado del Bienestar. Pide cualquier cosa y tu palabra será ley”.

Decía Mishima que “la altura de un hombre se mide por la de sus enemigos”, y Alejandro debía considerarse “muy alto” al elegir a Diógenes como adversario.
Pero Diógenes no estaba dispuesto a reconocerle “tanta altura”...

- ¿De verdad me darás lo que te pida? -pregunta el quínico insolente, peligroso, con lengua de serpiente y astucia de zorro? ¿Se cumplirá sin más mi deseo?

Alejandro se ruboriza. Procura, sin conseguirlo, disimular el temor que le embarga. Padece casi un acceso de pánico -con un quínico nunca se sabe, con Diógenes jamás está dicha la última palabra... Pero, cautivo de su propia iniciativa, rodeado de curiosos, no tiene más remedio que seguir adelante, aún con terror, con dudas...

- Pídeme lo que quieres y te será concedido, excepto si lo que pides atenta contra mi propia auto-conservación, por supuesto.

Diógenes, que ha percibido la angustia en las palabras de Alejandro, “su temor y su temblor”, como diría Kierkegaard, sonríe tal una hiena y prosigue con su escenificación.

- Te lo pregunto por última vez: ¿Me concederás lo que te pida, sea lo que fuere, si eso que deseo no atenta contra tu propia auto-conservación?

- Así es, Diógenes. En prueba de mi reconocimiento de tu dignidad, reconocimiento de tu talla humana, aún siendo el enemigo más temible que cabe concebir sobre la faz del Imperio, te concederé lo que desees.

Y Diógenes deja de rascarse la tripa, se incorpora un poco, las manos sobre las piedras del suelo y los ojos entornados por la claridad cegadora de la mañana:

- Esto es lo que quiero, “Alex”.
Que te apartes un poco porque me tapas el sol.

Y Alejandro-el Estado se retira, humillado, con todos sus bienestares a cuestas, en medio de las sonrisas sarcásticas de la muchedumbre y bajo el gesto triunfal de Diógenes, que se tumba de nuevo, con la panza al sol.

Esta anécdota, incluida también en el libro La Secta del Perro, de C. García Gual, se ha interpretado muchas veces en clave exclusivamente política: el quínico da la espalda a la autoridad, al poder, desiste en lo posible de padecerlo y siempre de ejercerlo.

Por eso, “se va al margen”. Diógenes no quiere nada, absolutamente nada, del Estado, de la Administración, de las Instituciones. Le basta con mantener alejada a la Autoridad, con que no se cruce en su camino... Pero la anécdota admite también una interpretación económica, lectura que me interesa subrayar aquí: como casi nadie hoy día, Diógenes da la espalda asimismo al Mercado. Da la espalda al dinero, al valor de cambio, a la propiedad, al salario,... Por eso no le pide a Alejandro una fortuna, una posición, una casa, unas tierras, unos esclavos, un negocio... Le basta con su “tinaja” para dormir por las noches y con lo que la gente le dé por sus diatribas y sus provocaciones, que se suscitan de forma espontánea, sin público establecido, sin “circo” o “teatro”, en cualquier lugar y a cualquier hora, ante muchos o ante pocos.


2. Trabajar, Pedir, Robar (Discrepando de Baudelaire y de Genet)

Trabajar, Pedir, Robar... Estos tres conceptos, en torno a lo cuales cabe organizar la vida, estructuralmente desemejantes, aunque no independientes (pedimos trabajo, lo mendigamos, para que nos roben, para que nos sustraigan la plusvalía: el trabajador pide que le roben), componen un tríptico diabólico. Trabajar (para otro o para una institución) es lo más triste y lo más bajo que cabe hacer con los días, como bien saben los trabajadores. Pero, ¿qué es preferible, “pedir” o “robar”?

Jean Genet, aquel criminal homosexual prostituido, confidente de la policía para obtener medios y delator de sus compañeros mientras estuvo en prisión, aquel escritor a-moral que se regodeaba en lo más vil, en la violación, en el asesinato y, sobre todo, en la traición; y que pudo, al final, en parte gracias a ello, a ese gusto suyo por revolcarse en la infamia, ganarse los más altos honores académicos en Francia, la estima absoluta en el mundo de las letras, premios y distinciones otorgados por Autoridades, por Ministros, por Eminencias...; Genet, decía, sostuvo en Milagro de la Rosa, una tesis discutible:

“Es más digno pedir que trabajar, pero es más edificante robar que pedir”.

Hacía suya, así, la perspectiva de Baudelaire en Pequeños poemas en prosa. El poeta y gentilhombre sale de su mansión y se encuentra con un mendigo que le implora, entre rezos, unas migajas... Lo agarra de la pechera y le propina un tremendo puñetazo, por cobarde, por miserable, por suplicante, por humillarse de ese modo ante los poderosos, con sus oraciones y su carita de víctima infinita e inofensiva... Y el mendigo, revolviéndose, se lanza sobre Baudelaire, le dobla la cintura y le hace caer, se monta sobre su vientre y le abofetea sin pausa, le aferra el cuello y casi procura ahogarle. Con un hilillo de voz, pero aún así sonriente, casi feliz, Baudelaire le dice que ahí tiene su bolsa, toda la bolsa, y no solo una limosna, que ahí tiene todo su dinero porque se lo ha ganado; le ruega que le descargue un último puntapié en la boca y le robe la bolsa de una vez.

Ese día, Baudelaire había hecho una “buena obra”, apostillaría sin duda Genet: casi como un “educador”, había re-dignificado a un ser humano, separándolo de la inmundicia de la mendicidad para encumbrarlo hasta la cima esplendorosa del robo.

Ante el Capital y el Estado se abre, pues, un abanico de opciones, de “respuestas”: cabe trabajar para uno u otro, cabe “mendigar” (bienestares, por ejemplo) a uno u otro, cabe robarles... Y, en este punto, Diógenes no estaría de acuerdo con Genet, ni tampoco con Baudelaire. El Filósofo Perro no simpatizaría con el a-moralismo sádico de Genet (no existe otra Causa que yo mismo; y, más allá del bien y del mal, puedo permitirme, si así lo deseo, robar, violar, matar, incluso a una víctima, a un subalterno, a un desdichado), ni con la aristocrática pose “educativa” de Baudelaire (yo, un Señor, te enseño a ti, un miserable, a luchar de verdad, a recobrar la auto-estima). Diógenes de Sinope aparece como una figura ética (al igual que los libertarios clásicos, son muchas las cosas que se prohíbe: ejercer la autoridad, acumular propiedades, dominar a otro, etc.); se construye como un sujeto moral que, en nombre de la libertad personal, rehuye posiciones de servidumbre, de sometimiento, de esclavitud física o simbólica. “A nosotros también nos gustan los pasteles, pero no estamos dispuestos a pagar su precio en servidumbre”: así habla la austeridad quínica, que se distancia de la ética estoica y cristiana.

En tanto figura ética y sujeto en auto-construcción, que concibe la vida verdaderamente como “obra”, como “la ocasión para un experimento”, Diógenes impugna los términos de Genet y de Baudelaire; y, de hecho, no siente la menor necesidad de “elegir” entre pedir o robar. Como mendigo consciente, voluntario, deliberado, esgrime la dignidad del pidientero ante la humillación inconmensurable del trabajador. En su mendicidad hay un punto innegable de insubordinación, de insumisión, de arrogancia. Vive en lucha, de sol a sol, disgregando y disolviendo valores, actitudes canónicas, morales públicas, comportamientos reglados. Su existencia misma es un desacato, un insulto al sentido común y a la idea de razón; un canto enloquecido a la libertad posible. Y sus palabras, sus gestos, sus escenificaciones, no sé si hoy se diría “performances”, son perfectas bombas de relojería, atentados completos contra el principio mismo de realidad de su (nuestro) tiempo. Por ello Diógenes, abominando el Trabajar, no desiste de Pedir ni condena el Robar.



3. Un pedo en su cara (Dedicatoria, al final)

Esta breve composición es un homenaje a los “busca-vidas”, a las “ratas” de ciudad, a los “supervivientes urbanos”, a las “hordas” y a las “tribus”, a los individuos que se enfrentan cada día al existir sin un horario laboral por delante y, sobre todo, sin la voluntad (ni siquiera el deseo) de trabajar para otro o para un organismo; un canto a los quínicos del siglo XXI, entre los que anhelo poder contarme.

Dedico este poema, este humorismo, a todos los que, todavía hoy, no dan sin más la espalda a la Institución, no dan meramente la espalda al Mercado; al Mercado y a la Institución le dan, más exactamente, el culo y procuran, cuando pueden, soltar un pedo en su cara.

Re: GARCÍA OLIVO, Pedro

Nota Lun Ene 18, 2016 8:26 pm
Novedad.

En el blog ¿Eres la noche? escribió:LA GITANEIDAD BORRADA (SI ALGUIEN TE PREGUNTA POR NUESTRA AUSENCIA)
Sobre la participación de la escuela en el etnocidio contemporáneo del pueblo histórico romaní


Obra liberada absolutamente. Se invita a su copia, reproducción, edición, publicación, impresión,…
(Solo reconocemos un “derecho de autor”: el derecho a crear, que no solicita la sanción del Estado)

La gitaneidad tradicional (o histórica) ha constituido, hasta mediados del siglo XX, un bellísimo ejemplo de resistencia a los poderes homogeneizadores de la sociedad occidental. La idiosincrasia gitana (asentada en el nomadismo, la oralidad, un vigoroso sentimiento comunitario, la aversión al trabajo alienado, al productivismo y a las lógicas políticas de los Estados, un derecho oral consuetudinario transnacional que recibe el nombre de Kriss Romaní, etc.) fue capaz de resistir durante siglos a estrategias virulentas de aniquilación (expulsión, sedentarización forzosa, encarcelamiento masivo, esclavización, eliminación física,…) desplegladas en casi toda Europa por la sociedad mayoritaria —las hemos designado “Pogrom”—; pero no ha logrado, en la contemporaneidad capitalista, sobrevivir al “Programa”, vehiculado por la Escuela y desgranable en trabajo social intensivo, asistencialismo altericida, proyectos interculturales de asimilación, discriminaciones positivas, etcétera. Ha sobrevenido, en efecto, la “integración” como etnocidio y, una vez más, la diferencia genuina e inquietante se ha disuelto en una amable e inofensiva diversidad. Como en el caso de los indígenas, de los habitantes de los entornos rural-marginales, la escolarización obligatoria se ha revelado decisiva para asegurar el aplastamiento de lo Otro.

Seguir leyendo el primer capítulo en el blog





Editorial Los Discursos Peligrosos (2016) [Pdf]

    [Editado por el comité de RBM para incluir los enlaces en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero Ivanjoe.]

Re: GARCÍA OLIVO, Pedro

Nota Lun Feb 12, 2024 7:45 pm
Perfecto para iniciarse en las tesis antipedagógicas.

Pedro García Olivo en su perfil de facebook escribió:INFAMIA DE LA DOCENCIA
“Oximora”, revista científica internacional de ética y política, de la Universidad de Barcelona, ha publicado este artículo, en el que condenso casi toda una vida de investigación y de experiencia en torno a la educación.
Facilito aquí la descarga del ensayo breve (26 páginas) y sus primeros desarrollos.

Resumen:
Para superar el reduccionismo didáctico y pedagógico desde el que se aborda a menudo la cuestión escolar, es preciso situar la educación en su marco histórico-sociológico, cultural, epistemológico y filosófico general. Cabe entonces denunciar la doble función destructiva de la Escuela: hacia el interior de nuestra civilización deviene instancia implacable de domesticación social y control psíquico; hacia el exterior se ha manifestado como el mayor poder etnocida de Occidente.

:arrow: Descargar “Infamia de la docencia” en PDF publicado en Oxímora. Núm. 24. Repensando la escuela (Ene-2024)


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