RebeldeMule

JONES, Owen

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

JONES, Owen

Nota Lun Ago 24, 2015 7:32 pm
Owen Jones

Portada
(wikipedia | dialnet | twitter)


Introducción

En la editorial Capitán Swing se escribió:Nacido en Sheffield el 8 de agosto de 1984, es un joven escritor, comentarista y militante asociado a la izquierda política británica. Escribe con frecuencia para medios como The Guardian, The Independent y New Statesman; y ha trabajado en el Parlamento con grupos de presión sindicales, además de realizar investigación parlamentaria en asuntos polémicos como las libertades civiles o los derechos de los trabajadores. En septiembre de 2011, fue votado como el pensador más influyente de la izquierda por los lectores del blog Left Foot Forward, y el Daily Telegraph lo situó como una de las figuras más populares e influyentes del momento. Desde el London Evening Standard, Andrew Neather incluyó su libro Chavs en el marco de un resurgimiento de la izquierda, que incluye desde las múltiples reediciones del Manifiesto Comunista hasta el aclamado documental de Jason Barker "Marx Reloaded" (audiovisual que examina de qué modo las ideas del filósofo y socialista alemán Karl Marx pueden ayudarnos a entender la crisis económica y financiera global de 2008).





Ensayo



[ Add all 3 links to your ed2k client ]

Re: JONES, Owen

Nota Lun Ago 24, 2015 8:03 pm
Recursos de apoyo


Re: JONES, Owen

Nota Lun Ago 24, 2015 8:13 pm
fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167863


Reseña de “Chavs. La demonización de la clase obrera”, de Owen Jones

Para entender por qué los ricos ganan las elecciones



Pascual Serrano

Le Monde Diplomatique // 2013




Con menos de treinta años, Owen Jones se ha revelado como una de las mentes más lúcidas y vigorosas de la izquierda activista británica. Para los que no lo conocíamos -y nos habríamos muerto esperando que lo sacaran los medios de comunicación españoles- su libro Chavs. La demonización de la clase obrera, nos ha servido para descubrir su talento y su capacidad de pensamiento autónomo incluso de los clichés de la izquierda. Lo primero que debemos explicar es que el término chavs se refiere de forma despreciativa al entorno de la subcultura de los sectores trabajadores -preferiblemente jóvenes-, caracterizado por la ropa deportiva de marca, bisutería llamativa, bajo nivel cultural y usuarios de las prestaciones sociales públicas, en especial las viviendas sociales.

Jones nos aporta muchas ideas novedosas. Detalla las claves ideológicas que explican el avance de la derecha. Algo así de por qué el partido de la minoría rica gana las elecciones. Algo que ya señaló desde postulados mucho más moderados políticamente el gurú de los demócratas estadounidenses George Lakoff.

El autor nos aclara cómo hemos pasado de la idealización de los ricos de las telenovelas o de la tradicional prensa rosa a la estigmatización y humillación de la clase trabajadora, con sus macarras y horteras como carne de burla en programas televisivos como Gran Hermano y otros reality-shows. El procedimiento es el siguiente. Primero se ridiculiza su subcultura, su lenguaje pobre, su ropa hortera, su vida mediocre, su sexualidad vulgar, sus índices de natalidad tercermundistas; así nos sentimos superiores. Una vez presentados como odiosos, se nos restriega que viven de las prestaciones sociales, aunque no sea verdad porque toda esa población chavs es la que repone los productos del supermercado y nos atiende en sus cajas, reparte las pizzas en las motos o descarga camiones en los mercados y puertos. Cuando consiguen que los repudiemos como grupo social y los percibamos como parásitos, concluimos que son pobres porque son mediocres, fracasados y borrachos; mientras que los ricos son guapos, listos y brillantes, que gracias a su esfuerzo han logrado triunfar. Así la clase media y acomodada termina demonizando el sector público que, alguna vez, les proporciona una prestación por desempleo o una vivienda social (en el Reino Unido se entiende, en España ni eso) y los chavs acaban abrazando a los partidos de ultraderecha que son los que les dicen que son estupendos por ser blancos, cristianos y británicos de pura sangre.

Re: JONES, Owen

Nota Lun Ago 24, 2015 8:19 pm
fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=164793



Reseña de Chavs. La demonización de la clase obrera, de Owen Jones

Desde la perspectiva (y la rabia) de las y los de abajo



Salvador López Arnal

El Viejo Topo, nº 301, febrero de 2013




Por si se cansan de esta reseña y la dejan a medias, déjenme empezar por lo más importante: no se la pierdan, no se pierdan esta joya crítico-literaria escrita (excelentemente escrita y magníficamente traducida), pensada y sentida por este joven ensayista asociado a la izquierda británica, votado en septiembre de 2011 por los lectores del blog “Left Foot Forward” como el pensador más influyente de la izquierda. Es, sin atisbo para duda alguna, uno de los libros más interesantes que he leído en este año lleno de pérdidas que ya se nos ha ido. A Paco Fernández Buey (creo que no llegó a leerlo) le hubiera encantado; al malogrado profesor, filósofo y combatiente Pere de la Fuente también.

Chavs –un largo pero nunca pesado desarrollo en el que se muestra por qué un trabajador varón con mono azul y carnet sindical podía haber sido un símbolo de la clase trabajadora británica de los años cincuenta y por qué lo es ahora un reponedora de supermercado mal pagada y contratada a tiempo parcial- está compuesto por una introducción, ocho capítulos, un apartado de conclusiones y un epílogo a la segunda edición inglesa (y que no debe pasarse por alto; se abre con estas palabras: “Nadie esperaba que Chavs atrajera tanto interés como el que suscitó en Gran Bretaña. Y –de haberse publicado incluso tres o cuatro años antes- dudo que lo hubiera hecho. Pero el impacto no se debía a un título provocativo o a mis habilidades de escritor [también a eso desde luego. El perfil del libro tenía mucho que ver con el hecho de que la clase ha vuelto en venganza” (p. 323)].

Chavs, lo señala el propio Jones, fue concebido como contribución del autor a acabar con el silencio cómplice sobre la clase social y, sobre todo, con esa cosmovisión interesada que habla de la inexistencia de clases o usa el estúpido y alienante slogan “todos somos clase media” (inventado o cuanto menos publicitado por Tony Blair cuando era líder laborista). Nadie sabe qué significa exactamente el término “chavs”, pero en páginas de la red, en programas de radio o televisivos y en análisis mediáticos, serios o no tan serios, sirve para estigmatizar a jóvenes trabajadores (desempleados en su gran mayoría; no, desde luego, por voluntad propia ni por autodeterminación reflexionada) que viven en viviendas municipales, tienen un tipo específico de acento al hablar inglés, un determinado aspecto físico y, en numerosos casos, estudios básicos abandonados.

¿De qué va la cosa en el fondo? Como en muchos otros lugares. De responsabilizar a los pobres de ser pobres, el programa mínimo y máximo de la cosmovisión neoliberal desde hace más de tres décadas. La pobreza de amplios sectores ciudadanos no tiene su causa en los graves problemas de funcionamiento de la sacrosanta economía del “libre mercado” sino en los errores, en los memes, en los genes, en las fallas, en las torpezas del individuo, de su familia de origen o adopción, de los hogares dislocados en los que se han formado y desarrollado, en su evidente falta de ambición o inteligencia, etc. Son (somos) escoria social porque son (somos)… escoria social. Nada más. Estamos hechos de esa infame pasta (genes-menes de tercer orden) y no hemos hecho nada de nada, ningún esfuerzo, para subir los peldaños de una escalera social sabiamente diseñada que nos hubiera podido conducir, pongamos por caso, a la presidencia de Invitex.

Un ejemplo del alcance de la demonización de la clase trabajadora británica a la que alude el autor. Richard Hilton es director general de Gymbox, “una de las más exitosas incorporaciones a la floreciente escena del fitness londinense” (p. 11). Para hacerse socio, hay que abonar una inscripción de 175 libras y una cuota mensual de 72. Es criterio encubierto de selección. Según el propio Hilton, Gymbox se creó para explotar las inseguridades de su clientela, “formada predominantemente por profesionales y oficinistas”. En la primavera de 2009, Gymbox incorporó una novedad que se sumaba a su “ya ecléctica oferta de clases (incluyendo el Aerobic Pechugón, el Baile en Barra y el boxeo zorrón)”. ¿Qué novedad? La “lucha CHAV”, con un lema que se anunciada en la web de Gymbox del modo siguiente: “No propines a los gruñones y malhumorados chavs una ABSO [una orden de arresto por comportamiento antisocial], dales una patada”. Así de claro, así de repugnante; los negocios son los negocios y la violencia de la lucha de clases es la violencia de la lucha burguesa de clases.

El libro analiza y muestra como el odio a los chavs no es un fenómeno aislado. Es, en gran parte, producto de una sociedad con profundas desigualdades. Demonizar a las clases trabajadoras, a las gentes de abajo, ha sido un medio conocido y conveniente donde los haya para justificar las desigualdades sociales a lo largo de los siglos. Pero, como Jones prueba a lo largo del ensayo, en la raíz de la demonización de la gente trabajadora británica está el legado de una auténtica lucha de clases. El asalto al poder de Miss Thatcher en 1979 “marcó el comienzo de un asalto total a los pilares de la clase obrera británica”. No es seguro que ese fuera exactamente el comienzo pero lo que está fuera de toda duda razonable es la prolongación de esa agresión, ininterrumpida desde hace más de tres décadas. Sindicatos, viviendas protegidas, industrias, minería, comunidades, fueron, han sido arrojadas a las cuneta. Grandes valores de la clase obrera -solidaridad, organización, apoyo mutuo y aspiración colectiva- fueron barridos en aras de un férreo e insolidario individualismo. La clase trabajadora fue crecientemente menospreciada, ridiculizada, en ocasiones silenciada e insultada, y usada también como chivo expiatorio. Las desigualdades, por supuesto, crecieron como la espuma social: del coeficiente 26 del índice GINI en 1979 al 39 en 2011 (¡un incremento de 13 puntos, del 50%!).

Owen alerta e informa a lo largo de las páginas del libro de las falsarias generalizaciones apresuradas, del origen de clase no-obrero (y de su escasa o nula sensibilidad) de gran parte de los periodistas, del papel embrutecedor de los medios de intoxicación, de los políticos “eminentes” que manipulan el frenesí orquestado desde los media de comunicación para hacer (mala) política, de la continuidad de la política del (publicísticamente) llamado nuevo laborismo respecto a las políticas de Margaret Thatcher (para quien “clase”, como ella mismo escribiera, era un concepto comunista que agrupaba a las personas en bloques y los enfrentaba entre sí), del uso de un lenguaje cada vez más deshumanizado para hablar de personas de la clase obrera y de esos comentarios off the record que algunos dirigentes de la derecha dicen en determinados momentos y ante determinado público. Este, por ejemplo, fue hecho por un pope conservador en 2005 ante un grupo de universitarios en el que estaba el autor: “Lo que debéis comprender sobre el Partido Conservador es que es una coalición de intereses privilegiados. Y el modo en que gana elecciones es dando solo lo justo al número justo de personas” y abonando, además, mil veces y cuantas sean necesarias que los problemas sociales son en el fondo fallos de los individuos: sólo hay individuos, gritó la amiga del general criminal Pinochet; su colega de filas, mister Cameron, no ha cambiado la infame melodía: “¿Por qué esta rota nuestra sociedad”, preguntó retóricamente. Su respuesta: “Porque el Estado creció demasiado, hizo demasiado y minó la responsabilidad personal”.

Owen Jones, lo señala en la introducción, es muy consciente de que todos somos más o menos prisioneros de nuestra clase, pero ello no significa en absoluto que tengamos que ser prisioneros de nuestros prejuicios de clase. No se trata, desde luego, de glorificar acríticamente a la clase obrera, de idolatrarla; lo que se propone -y consigue- es tocar realidad, mostrar algunas situaciones de la mayoría de la clase trabajadora que se han ocultado no inocentemente a favor de abonar lo que es básicamente una caricatura muy interesada, la marca y el prejuicio CHAV. El libro, según el autor, no pide solamente un cambio de mentalidad de la ciudadanía, un giro honesto en la cosmovisión con la que miramos nuestros alrededores o nuestras lejanías sociales. “El prejuicio de clase es parte integrante de una sociedad profundamente dividida por las clases” (p. 21). De este modo y en última instancia, “no es el prejuicio lo que debemos afrontar sino la fuente de la que nace”. Jones es muy consciente de que los cambios sociales “no llegan por los garabatos de escritores afines, sino por la presión popular desde abajo” (p. 346). Un programa de austeridad cargado de ideología impone privaciones a comunidades de todo el país, añade. Habrá una determinación cada vez mayor de luchar por una alternativa. Todo está por decidir. Los tories y sus prósperos seguidores serían temerarios, en su razonable y enérgica opinión, si pensaran que ya han ganado. No lo piensan, sigue muy alertas.

Jones está preparando actualmente un ensayo sobre el establishment británico. Lo publicará la editorial Penguin. Reserven ejemplares (o espérense la probable traducción de Capitán Swing). Sería bueno que Jones recordara, seguro que las tienes muy presentes, unas palabras de 1997 del criminal agresor de Irak, un dirigente “laborista” llamado Tony Blair: “La Gran Bretaña de las élites se ha acabado. La nueva Gran Bretaña es una meritocracia”. ¡Para vomitar, para morirse de asco!


PS: De la situación de la clase obrera británica, de la agresiva lucha de las clases dominantes, la siguiente información de la página 245 del ensayo es indicio altamente significativo: el salario mínimo se introdujo en Inglaterra en 1999, en contra de la oposición de conservadores y empresarios. Ni que decir tiene que supuso un verdadero cambio para cientos de miles de trabajadores. Antes de ello, era perfectamente legal pagar a un trabajador 1,5 libras por una hora de trabajo. Pero la tasa se fijó en el nivel más bajo posible. En 2010, era de 5,80 libras si se tenía 22 años o más. Para los trabajadores entre 18 y 21 años, era de 4,83 libras. Para los menores de 18, 3,57 libras por hora.

Re: JONES, Owen

Nota Lun Ago 24, 2015 9:32 pm
fuente: http://www.cuartopoder.es/detrasdelsol/ ... itica/6484


Owen Jones, vieja y nueva política



Juan Ángel Juristo

Cuarto Poder // 10 de mayo de 2015




Con las recientes elecciones británicas y sus resultados muchos han querido echar por tierra ciertas tesis de Owen Jones recogidas en su último libro, El Establishment. La casta al desnudo, recientemente publicado en España. Todo lo contrario. Owen, que tiene pinta de buen chico que no ha matado una mosca en sus 31 años y tiene el sello de haber estudiado en Oxford a pesar de ser descendiente de sindicalistas en cuarta generación, habla en el libro del voto del miedo, capaz de hacer que los electores no vean al enemigo en la oligarquía que los domina, sino en el vecino. Las elecciones británicas no han hecho más que corroborar esa impresión.

Owen publicó a los 27 años Chavs, la demonización de la clase obrera, que editó entre nosotros Capitán Swing. Fue un libro que se convirtió en referente de la nueva izquierda europea y ahora, cumplidas ya las elecciones británicas, se publica por Seix Barral El establishment: la casta al desnudo, donde, con guiños al movimiento Podemos, del que fue valedor, junto a Ken Loach, en la presentación del partido de Pablo Iglesias en Londres, realiza un demoledor análisis de la clase dirigente británica, extensible a la de otros países y en el que analiza de paso, y con certero juicio, los antecedentes de la terrible y meteórica ascensión del neoliberalismo en las sociedades occidentales.

Columnista mimado de The Guardian, que es uno de los escasos diarios de referencias de izquierda en Gran Bretaña, Owen Jones habla de la “política de la esperanza” y cifra gran parte de su crítica en la existencia de lo que se llama en el mundo anglosajón “las puertas giratorias”, es decir, las gabelas otorgadas a los políticos por las empresas financieras y energéticas que hacen que el entramado formado por las finanzas, las grandes corporaciones, los medios de información y la clase política sea el que realmente manda y usurpe en cierta manera las democracias occidentales, donde lo social está creado por la clase política para ayudar, por ejemplo, a que los bancos no quiebren mientras se desmantela el estado de bienestar a los ciudadanos.

Owen Jones cree en el voto, incluso en el revulsivo que puede suponer un Partido Laborista renovado, a pesar del callejón sin salida en que lo metió Tony Blair y del batacazo que se ha dado en las elecciones recientes, y sus análisis, muy alejados de milenarismos, poseen el rigor de aquel que ha logrado distanciarse lo suficiente de lo inmediato para percibirlo mejor.

Así, cree que del mismo modo que en los 80 la izquierda británica subestimó la llegada de la señora Thatcher al poder, llegará un día en que pesadilla del neoliberalismo se esfumará y será pasado, al igual que el nuevo orden que surja de todo ello. Perspectivismo que no viene nada mal si tenemos en cuenta las recientes elecciones británicas, por aquello de no caer en la desesperación, y el hecho de que, de una manera u otra, Gran Bretaña siempre fue el laboratorio social de Europa desde finales del siglo XIX, realizándose allí lo que, años más tarde, sería experimentado en el Continente.

Owen Jones es optimista, pese a la situación actual, donde en Gran Bretaña existen alrededor de 700.000 contratos cero, es decir, un contrato que consiste en no tener contrato, en estar disponible en cualquier momento del día y en no poder tener otro trabajo complementario porque la total disponibilidad lo impide; es decir, una situación en lo laboral muy similar a lo que sucedía a principios del siglo XX, pero en una sociedad tecnificada. Un ejemplo: los ricos han duplicado su renta en el último año, cifra que no se alcanzaba desde hace más de un siglo en el Reino Unido. Una vez más la diferencia estriba no en la creación de riqueza, sino en la distribución de la misma, vale decir; elementos de análisis que, hace años, eran parte casi elemental de cualquier formación política de izquierdas, pero que ahora pasan por novedosas e incluso rigurosas y terriblemente radicales.

Que estamos ante una sociedad cada vez más conservadora en su imaginario social y político es evidente; pero la cuestión está en cómo hemos llegado a ello. Para Owen Jones la cuestión estriba en que el establishment ha conseguido que la gente no culpe de su situación al dirigente, al empresario, sino al vecino, al indigente, al emigrante, al funcionario público, chivo expiatorio en los tiempos actuales, y, sobre todo, que piense que no hay manera de poder cambiar esta situación: el neoliberalismo como poder que se ha adueñado del imaginario social al modo que la Iglesia dominaba ese imaginario hace siglos. No hay alternativa. La frase se introduce en el alma del trabajador y hace que éste crea que trabaja para él cuando en realidad trabaja para el establishment; crea riqueza para ellos. En fin, una elemental lección de marxismo, pero que no invalida lo mejor de lo que piensa Jones, que no es otra cosa que la actitud crítica frente a los errores de la izquierda en los años 80, una izquierda que vivió en la prepotencia de su situación privilegiada de la posguerra, cuando el establishment tragó con el Estado del Bienestar y los recortes a sus privilegios porque lo entendió como inevitable, y que no vio lo que se les venía encima con las intervenciones de Friedman y la llegada de Margaret Thatcher al poder.

Este tipo de libros son muy interesantes y poseen el coraje de que intentan ofrecer luz en momentos de oscuridad muy intensa, pero el problema no estriba en los análisis, que, en gran parte , ya digo, son propios de una lectura inteligente de los escritos de Marx sobre la economía política, salvo que actualizada, sino de la falta de concreción a la hora de plantear modos de actuación. El descontento es parte del cultivo, pero solo no lleva a renovación alguna: no hay más que fijarse en lo que han rentado los movimientos de protesta en los Estados Unidos. Owen Jones cree que movimientos como Podemos y Syriza son arietes en ese proceso de cambio necesario de las instituciones europeas y fija ese cambio, muy real, en un plazo largo, de lucha constante. En eso se le nota que es vástago del sindicalismo británico, de gloriosa tradición de luchas y aciertos que son ya pasado. Mientras analizaba estos escritos de Owen, recordaba con deje nostálgico ensayos como El león y el unicornio, de George Orwell. Tanto hemos cambiado.


Volver a Biblioteca

Antes de empezar, un par de cosas:

Puedes usar las redes sociales para enterarte de las novedades o ayudarnos a difundir lo que encuentres.
Si ahora no te apetece, puedes hacerlo cuando quieras con los botones de arriba.

Facebook Twitter
Telegram YouTube

Sí, usamos cookies. Puedes ver para qué las usamos y cómo quitarlas o simplemente puedes aceptarlo.