RebeldeMule

ROBINSON, Kim Stanley

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

ROBINSON, Kim Stanley

Nota Dom Ago 11, 2013 2:09 pm
Kim Stanley Robinson

Portada
(wikipedia | página personal)


Introducción

En Wikipedia se escribió:Kim Stanley Robinson (Waukegan, Illinois, 23 de marzo de 1952) es un escritor estadounidense que ha cultivado fundamentalmente el género de la ciencia ficción. Titulado en las Universidades de California, Boston y San Diego, escribe su tesis doctoral acerca de las novelas de Philip K. Dick. Tras vivir en California, Washington D. C. y en Suiza durante los años 1980, actualmente está asentado en California. Su obra ha sido catalogada por los críticos como "ciencia ficción literaria" y a menudo sus libros tratan acerca de la ecología y sociología. Su obra cumbre es, sin duda, la "Trilogía marciana", un ejemplo de ciencia ficción dura.

Roberto Herreros y Víctor Lenore, en "Ficciones y melodías para acompañar la lectura de Sociofobia", en Diagonal, escribió:[...] La obra cumbre de Kim Stanley Robinson son tres libros con mucha unidad: Marte rojo, Marte verde y Marte azul. El propio Rendueles la describió una vez como un planeta de anarquistas tecnófilos permanentemente a hostias. Ursula K. Le Guin aseguró que no era una utopía, sino una distopía infernal. Con posterioridad apareció un cuarto libro, Los marcianos, que complementó una trilogía imprescindible.

En entrevista en El Cultural, el 23 de septiembre de 2013, César Rendueles escribió:P.- Una reciente novela de Ciencia Ficción (2312, de Kim Stanley Robinson) imagina un sistema solar futuro cuyo sistema económico se llama “Acuerdo Mondragón”. Usted también cita la cooperativa vasca como alternativa económica sensata.

R.- Kim Stanley Robinson es uno de los escritores más interesantes de la literatura anglosajona reciente. Lleva años embarcado en una reflexión de largo recorrido acerca de las posibilidades de organización postcapitalista. Me gusta porque no es nada empalagoso y aborda con mucha honestidad los conflictos de todo tipo que podrían surgir en ese entorno social. Hace tiempo que se fijó como ejemplo de organización económica en el Grupo Mondragón, que es una de las mayores cooperativas del mundo. El cooperativismo constituye una enorme potencia económica a nivel global, aunque no es algo de lo que nos hablen mucho los sicarios de los banqueros del Parlamento.

Sara Martín Alegre, en "Juego de Tronos y Pablo Iglesias: busquemos otras ficciones", en Público, el 29 de abril de 2015, escribió:¿Cuál es la alternativa? Mirar al futuro. Leer, por ejemplo, la magnífica trilogía sobre la colonización de Marte que escribió Kim Stanley Robinson en los 1990s: Marte Rojo, Marte Verde, Marte Azul. En esta densa y larguísima historia, hombres y mujeres trabajan juntos y debaten juntos cómo evitar en Marte los errores cometidos a lo largo de la construcción de la civilización terrestre.





Bibliografía compilada (fuente)





Narrativa



[ Add all 13 links to your ed2k client ]

Re: ROBINSON, Kim Stanley

Nota Dom Ago 11, 2013 2:11 pm
César Rendueles, en "Reseña de Tiempos de arroz y sal", en LDNM, nº 9, marzo-abril de 2004, escribió:Tiempos de arroz y sal es la última novela de K. S. Robinson traducida al castellano a la espera de la inminente publicación de Icehenge. En esta ocasión K. S. Robinson –autor que se dio a conocer con su Trilogía Marciana– recurre a un subgénero con una larga tradición dentro de la ciencia ficción y que han cultivado autores como Ph. K. Dick (El hombre en el castillo), K. Roberts (Pavana) o incluso Den Leighton (SS-49). Así, Tiempos de arroz y sal analiza las consecuencias de un giro histórico no acontecido: la total desaparición de la población europea a causa de la peste en el siglo XIV y el desarrollo sin competidores occidentales de las civilizaciones islámica, china e india. Stanley Robinson retrata los siguientes siete siglos de historia mundial a través de las sucesivas reencarnaciones de tres personajes. En este sentido, hay que subrayar que la novela en ningún momento cae en el empalago místico sino que cultiva un tono borgiano claramente autoparódico y muy literario. Otra de las virtudes de Tiempos de arroz y sal es que recurre en abundancia a las ciencias sociales, un terreno poco transitado por la ciencia ficción (con destacadas excepciones como Empotrados de I. Watson). De hecho, Stanley Robinson hace todo un alarde de materialismo cultural y en muchas páginas se reconoce la impronta de Marvin Harris. Aunque tal vez el aspecto más interesante de esta novela sea el modo en que plantea una versión paralela de los principales descubrimientos científicos, declinaciones alternativas de Arquímedes, Galileo o Newton que nos ayudan a renovar nuestra admiración por ese milagro laico al que llamamos conocimiento. Porque, en última instancia, Tiempos de arroz y sal es un divertidísimo alegato racionalista que se opone exitosamente tanto al espiritualismo new age como al pijerío ciber-punk que han asolado la ciencia ficción de los últimos años.

Re: ROBINSON, Kim Stanley

Nota Dom Ago 11, 2013 2:52 pm
Iván, en "Utopías marcianas para realidades terrestres", en Brucknerite, el 21 de febrero de 2012, escribió:La Trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson, compuesta entre 1992 y 1996, es una absorbente y detallista fantasía acerca de una colonización marciana que nunca realizaremos. Veinte años de progreso tecnológico y retroceso social, sin embargo, no han bastado para marchitar la fuerza del componente más importante de esta magna obra —en todos los sentidos, incluido el más físico. La faceta a la que me refiero no es, por supuesto, la predicción del desarrollo tecnológico de la humanidad de mediados y finales del siglo XXI; ni siquiera lo es la historia, creíble y detallada, de un posible proceso de terraformación marciano que aparece cada vez más lejos en el horizonte de la humanidad. No, amigos: se trata de la política. La Trilogía se puede leer, más que como una obra de ciencia-ficción al uso, como la historia coral del nacimiento de un nuevo sistema de económico y de gobierno apoyado en los puntales de la razón, el bienestar humano y la justicia social. ¿Utopía revolucionaria, socialismo trasnochado? Marx está levantando la cabeza. Os dejo con un diálogo socrático, ligeramente extractado porque KSR es un rollista de cuidado, de los personajes de Marte Azul en el congreso constitucional de Pavonis de 2128:

    — Esta nueva economía que proponen […] supone una intrusión radical y sin precedentes del gobierno en los negocios […]

    — Lo que acabas de decir sobre gobierno y negocios es absurdo […] Los gobiernos siempre regulan qué clase de negocios permiten. La economía es una cuestión legal, un sistema de leyes. Hasta ahora, hemos estado diciendo en la resistencia marciana que la democracia y el autogobierno son derechos innatos de toda persona, y que esos derechos no tienen por qué suspenderse cuando la persona va a trabajar. […] ¿Crees en la democracia y la autodeterminación?

    — ¡Pues claro! […]

    — ¿Crees que la democracia y la autodeterminación son los valores fundamentales que el gobierno debería fomentar?

    — ¡Pues claro! […]

    — Muy bien. Si la democracia y la autodeterminación son derechos fundamentales, entonces ¿por qué habría de renunciar nadie a ellos cuando entra en su lugar de trabajo? En política, luchamos como tigres por la libertad, por el derecho a elegir a nuestros dirigentes, por la libre circulación, elección del lugar de residencia de trabajo… en suma, por el derecho a controlar nuestras vidas. Y luego nos levantamos por la mañana y vamos a trabajar y todos esos derechos desaparecen. Ya no insistimos en que son nuestros. Y de esa manera, durante la mayor parte del día, volvemos al feudalismo. Eso es el capitalismo, una versión del feudalismo en la que el capital sustituye a la tierra, y los empresarios sustituyen a los reyes. Pero la jerarquía subsiste. Y así, seguimos entregando el fruto del trabajo de nuestra vida, bajo coacción, para alimentar a unos gobernantes que no hacen ningún trabajo real.

    — Los empresarios trabajan […] Y asumen los riesgos financieros…

    — El llamado riesgo del capitalismo es simplemente uno de los privilegios del capital.

    — La gestión…

    — Sí, sí. No me interrumpas. La gestión es algo real, una cuestión técnica. Pero puede ser controlada por el trabajo tan bien como por el capital. El capital no es más que el residuo útil del trabajo de los trabajadores del pasado, y puede pertenecer a todos y no sólo a unos pocos. No hay ninguna razón que justifique que una pequeña nobleza posea el capital y los demás tengan que estar a su servicio. Nada justifica que nos den un sueldo para vivir y ellos se queden con el resto de lo que nosotros producimos. ¡No! El sistema llamado democracia capitalista no tenía nada de democrático. Por eso fue tan fácil que se transformara en el sistema metanacional, en el que la democracia se debilitó aún más y el capitalismo se hizo aún más fuerte. En el que el uno por ciento de la población poseía la mitad de la riqueza y el cinco por ciento de la población poseía el noventa y cinco por ciento de la riqueza restante. La historia ha mostrado qué valores eran reales en ese sistema. Y lo más triste es que la injusticia y el sufrimiento causados por él no eran necesarios, puesto que desde el siglo dieciocho han existido los medios técnicos para proveer a todo el mundo de lo necesario para la vida.

    De manera que tenemos que cambiar. Ahora es el momento. Si la autodeterminación es un valor fundamental, si la justicia es un valor, entonces son valores en todas partes, incluyendo el lugar de trabajo en el que pasamos buena parte de nuestras vidas. Eso es lo que se declaraba en el punto cuarto del acuerdo de Dorsa Brevia, que el fruto del trabajo pertenece a quien lo efectúa, y que el valor de ese trabajo no puede serle arrebatado. Declara que los diferentes modos de producción pertenecen a quien los crea y al bienestar común de las futuras generaciones. Declara que el mundo es algo que todos administramos conjuntamente. Eso es lo que dice. Y en nuestros años en Marte hemos desarrollado un sistema económico que puede cumplir todas esas promesas. Ésa ha sido nuestra labor en los últimos cincuenta años. En el sistema que hemos desarrollado, todas las empresas económicas tienen que ser pequeñas cooperativas, propiedad de los mismos trabajadores y de nadie más. Ellos contratan a alguien para gestionarlas o las gestionan ellos mismos. Los gremios industriales y las asociaciones de cooperativas formarán estructuras más amplias necesarias para regular el comercio y el mercado, distribuir el capital y crear créditos.

    — Eso no son más que ideas […] No son más que utopías.

    — De ninguna manera […] El sistema se basa en modelos de la historia terrana, y sus diferentes apartados se han probado en los dos mundos y han tenido bastante éxito. No sabes nada acerca de ellos en parte por ignorancia y en parte porque el mismo metanacionalismo hace caso omiso de todas las alternativas y las niega […] La racionalidad económica no es el valor más elevado. Es una herramienta para calcular costes y beneficios, una parte más de una ecuación que concierne al bienestar humano. La ecuación mayor es la economía mixta y eso es lo que estamos construyendo aquí. Estamos proponiendo un sistema complejo, con esferas públicas y privadas de actividad económica. Tal vez pidamos que todos entreguen un año de sus vidas al bien público, como en el servicio civil suizo. Ese fondo común de trabajo, además de los impuestos que pagarán las cooperativas privadas por el uso de la tierra y sus recursos, nos permitirá garantizar los llamados derechos sociales que hemos estado discutiendo: vivienda, atención médica, alimentos, educación… cosas que no deberían estar a merced de la racionalidad del mercado. Porque la salute non si paga, como solían decir los trabajadores italianos. ¡La salud no está en venta! […]

    — Entonces no se dejará nada para el mercado […]

    — No, no, no […] El mercado existirá siempre. Es el mecanismo mediante el cual se intercambian los bienes y los servicios. La competencia para producir el mejor producto al mejor precio es inevitable y además saludable. Pero en Marte será dirigido por la sociedad de una forma más activa. Los productos esenciales para el soporte vital no serán vehículo de beneficio, y la porción más libre del mercado dejará de lado los productos esenciales y se concentrará en los no esenciales, y las cooperativas de propiedad obrera podrán acometer empresas comerciales arriesgadas, si así lo deciden. Si las necesidades básicas están cubiertas y los trabajadores son los propietarios de sus negocios, ¿por qué no? Lo que estamos discutiendo es el proceso de creación […]

    — ¿Y qué hay de los aspectos ecológicos de esa economía a los que solías dar tanto énfasis?

    — Son fundamentales […] El punto tercero de Dorsa Brevia establece que la tierra, el aire y el agua de Marte no pertenecen a nadie y que nosotros somos los administradores para las futuras generaciones. Esa administración es responsabilidad de todos, pero en caso de conflictos proponemos la existencia de tribunales medioambientales poderosos, quizá como parte del tribunal constitucional, que estimará los costes reales y totales de las actividades económicas en el medioambiente, y ayudará a coordinar planes para aliviar el impacto.

    — ¡Pero eso es una economía planificada! […]

    — Las economías son planes. El capitalismo planificaba tanto como nosotros, y el metanacionalismo trataba de planearlo todo. Una economía es un plan […]

    — Eso no es más que el regreso del socialismo […]

    — Marte es una nueva totalidad. Los nombres procedentes de anteriores totalidades son engañosos. Se convierten en poco menos que términos teológicos. Hay elementos que podrían llamarse socialistas en este sistema, por supuesto. ¿De qué otra manera eliminar la injusticia de la economía si no? Pero las empresas privadas serán propiedad de quienes trabajen en ellas en vez de ser nacionalizadas, y eso no es socialismo, al menos no el socialismo que se ha intentado practicar en la Tierra. Y todas las cooperativas son negocios, pequeñas democracias dedicadas a un trabajo u otro, todas necesitadas de capital. Habrá un mercado, habrá capital. Pero en nuestro sistema serán los trabajadores los que contratarán al capital, en vez de lo contrario. Eso es más democrático, más justo. Compréndanme, hemos intentado evaluar cada detalle de esta economía según su grado de acercamiento a los objetivos de mayor justicia y mayor libertad. Y la justicia y la libertad no se contradicen tanto como se pretendía, porque la libertad en un sistema injusto no es libertad, ambas emergen a la vez. Y por eso su conciliación es posible. Sólo hay que crear un sistema mejor, combinando elementos cuya compatibilidad está avalada por la experiencia. Ahora es el momento de hacerlo. Nos hemos estado preparando durante setenta años. Y ahora que se ha presentado la oportunidad, no veo razón para arredrarse sólo porque algunos tienen miedo de viejas palabras.

Re: ROBINSON, Kim Stanley

Nota Dom Ago 11, 2013 2:54 pm
Isidro López, en "Kim Stanley Robinson. Vida (inteligente) más allá del capitalismo", en LDNM, nº 19, noviembre-diciembre de 2005, escribió:Autor de las obras más aplaudidas de la ciencia ficción reciente –como la monumental Trilogía Marciana (Marte Rojo, Marte Verde y Marte Azul) o Tiempos de arroz y sal–, el norteamericano Kim Stanley Robinson nos habla de desarrollos posibles de fenómenos que ya están sucediendo hoy, a los que llama utopías. Estas utopías plantean escenarios políticos en los que la racionalidad y la justicia pueden vencer la destructividad social y ambiental del capitalismo. LDNM ha hablado con él.


LDNM: ¿Se siente identificado con el término hard science fiction (ciencia ficción dura)? ¿No oculta esta expresión el lado político de su trabajo?

KSR: No me gustan los adjetivos que se añaden al término “ciencia ficción”, creo que son innecesariamente reductores y que tienden a tratar las novelas sólo como ejemplos de grupos. También reducen la audiencia potencial de una novela, la gente muchas veces piensa que tal o cuál subgénero es el que les gusta. Antes de escribir las novelas de Marte se me solía incluir dentro de la “ciencia ficción literaria”, una noción particularmente desafortunada porque tiende a excluir trabajos de escritores que son muy buenos. La difusión del término “hard science fiction” fue un intento de aislar un grupo de textos centrados en las ciencias “duras”, como la física y la ingeniería. En realidad, estos textos solían tratar acerca de imposibilidades físicas como los viajes a velocidades superiores a la de la luz, etc. Yo solía bromear diciendo que su verdadera “dureza” era la que mostraban para con los trabajadores, ya que generalmente defendían posiciones de derechas arropadas con enunciados “científicos” objetivos. Por esta razón, clasificar mis libros de Marte dentro de esta categoría empaña su sentido político. Además, observo una sofisticación creciente en el terreno de la crítica de la ciencia ficción, que tiende a despachar los libros utilizando estas categorías generales. En estos tiempos ya es suficientemente difícil decidir qué es y qué no es ciencia ficción; vivimos en una novela de ciencia ficción que escribimos colectivamente y a la que llamamos historia, así que esta falsa dicotomía ha quedado completamente desplazada.


LDNM: En sus obras se señala un paralelismo entre el desarrollo tecnocientífico y el espectro de las posiciones políticas. ¿Qué tipo de relaciones existen entre la política y la tecnología y el medio ambiente?

KSR: Se ha dicho que algunas tecnologías, como la energía nuclear, fomentan el poder de los grandes estados centralizados, mientras que otras, como los paneles solares, podrían dar más poder al pueblo ya que no están controladas por las grandes empresas multinacionales. Esta distinción no me convence. Me parece que es una cuestión de propiedad; si la producción de energía estuviera controlada públicamente podría gestionarse como un servicio público sin ánimo de lucro. En ese caso, el tipo de tecnología efectiva no sería el factor crucial, salvo por lo que toca a cuestiones de contaminación y seguridad. Es cierto que en el capitalismo tardío las tecnologías en las que se está invirtiendo son aquellas que más rápida y seguramente producen beneficios para las grandes empresas, no hay duda de que sería preferible desarrollar las tecnologías que protegen mejor el medio ambiente y crean una cultura humana sostenible. Lo fundamental es tener conciencia de que el medio ambiente no es una opción; la economía capitalista lo trata como un simple recurso cuando en realidad es nuestro cuerpo. Vivimos en un sistema económico incapaz de distinguir lo que es realmente importante, en un falso sistema. Si viviéramos bajo el gobierno de los astrólogos no habría demasiada diferencia.


LDNM: Su Trilogía Marciana (Minotauro, 1996, 1997 y 1998) demuestra que las características estilísticas de la ciencia ficción permiten análisis prospectivos sobre los fenómenos socioeconómicos y medioambientales de larga duración que resultan más versátiles que los estrictamente “científicos”. ¿Se debe esta versatilidad a las posibilidades reflexivas que abren los personajes?

KSR: Sí, es importante intentar enfocar estos temas en términos humanos a través de historias individuales de personajes con los que nos podemos sentir familiarizados. También es muy importante intentar comprender el momento en el que estamos y los planes que hacemos para el futuro. Son dos aspectos determinantes a la hora de desarrollar escenarios, son experimentos mentales en los que intentamos adelantar lo que sucedería si hiciéramos una cosa u otra. Esta es la actividad intelectual propia de la ciencia ficción y, además, y es muy importante que así sea, puede ser una forma de arte muy entretenida. Siempre hemos utilizado las novelas para comprender nuestras vidas, la ciencia ficción expande este marco histórico de comprensión y lo prolonga hacia el futuro. Dada la velocidad del cambio histórico podemos decir que la ciencia ficción es el nuevo realismo y constituye el intento literario más adecuado de describir cómo sentimos la realidad ahora mismo. Se podría comparar con el realismo mágico que surgió en América Latina y que no era tan sólo una moda literaria, sino una manera de retratar la forma de sentir y de interpretar la realidad en Latinoamérica. La ciencia ficción hace lo mismo en los países desarrollados y, gracias a la globalización, cada vez más en el resto del mundo.


LDNM: ¿Qué le hizo cambiar la Antártida por Marte?

KSR: En realidad fue al revés. Yo había contemplado la posibilidad de escribir una novela sobre Marte. Cuando la comencé, mi investigación me indicó que la Antártida era la parte de la tierra más semejante a Marte. La US National Science Foundation tiene un programa para mandar a artistas y escritores a sus bases en la Antártida. Yo quería utilizar esta investigación para mis novelas de Marte, pero me dijeron que el trabajo resultante tenía que tratar específicamente sobre la Antártida. Me enviaron dos meses cuando había terminado con las novelas de Marte y entonces escribí la novela Antártida.


LDNM: Se han establecido muchos paralelismos entre la novela de Ursula K. Le Guin Los desposeídos (1974) y su Trilogía Marciana como representaciones de un futuro poscapitalista. ¿Cuáles son las afinidades y las diferencias entre su trabajo y el de Le Guin?

KSR: La obra de Le Guin ha inspirado a toda una generación de escritores de ciencia ficción progresista, incluyéndome a mí. En concreto, Los desposeídos combinaba la novela con la utopía clásica, creando una nueva forma –la novela utópica–, que antes sólo se había logrado parcialmente. Lo que nos enseñó es que la historia del nacimiento, la consolidación y el desarrollo de una sociedad utópica es muy interesante como tema novelístico. En mis libros de Marte he intentado hacer algo así pero situándolo en el futuro cercano y en el planeta de al lado. Estas son las afinidades, que incluyen además la presencia en ambas novelas de un planeta desierto. Las diferencias son aspectos particulares de la trama, el método y la política. No es que yo esté en desacuerdo con Le Guin, pero su novela trata específicamente de una utopía anarquista, mientras que la mía intenta representar un futuro político mixto más difícil de caracterizar y que incluye elementos del cooperativismo al estilo Mondragón o de la insistencia socialista en el control público de los bienes comunes.


LDNM: En Tiempos de arroz y sal (Minotauro, 2004) usted defiende la universalidad de la ciencia recordando la presencia de elementos precientíficos en culturas no europeas. ¿Cree que la noción de cultura que ha triunfado con el postmodernismo –es decir, la cultura como reducto de una especificidad que la ciencia amenaza con su homogeneización– es una visión eurocéntrica?

KSR: La ciencia es un tipo de cultura. Las civilizaciones no europeas tenían todos los elementos de la ciencia temprana que vemos en la Europa medieval. Si quitamos Europa de la ecuación, como yo hice en Tiempos de arroz y sal, la pregunta no es ¿aparecerá la ciencia?, sino ¿cuándo y cómo aparecerá la ciencia moderna? Esta es la conclusión que saqué de mis lecturas históricas, e intenté articularla a través de una historia que imaginaba el punto en el que las investigaciones de los primeros científicos islámicos, chinos o indios se intensificaban, incrementaban su rigor experimental o utilizaban un mayor aparato matemático. Las urgencias prácticas subyacentes –hacer la vida más fácil, producir más comida o hacer mejores armas– hubieran sido las mismas y la inteligencia humana es la misma en todas partes. También se hubiese necesitado una base industrial temprana, pero en todas estas civilizaciones tanto los trabajadores del metal como otros artesanos estaban intentando mejorar sus productos muy activamente. Lo que estoy intentando decir es que la ciencia tal y como se practica en nuestro mundo ahora, es una proto-política utópica que no es todavía consciente de sí misma como discurso político. Es necesario que la ciencia incremente su participación en las decisiones que pueden ayudar a crear una sociedad justa y sostenible. Este tipo de sociedad tendrá que ser científica, porque es el método más poderoso que tenemos para comprender y manipular la naturaleza y establecer hechos verdaderos para todos.


LDNM: ¿Ve usted algún elemento interesante en el cyberpunk o es un simple reflejo de la ideología del libre mercado en el capitalismo tardío?

KSR: No me ha gustado nunca el cyberpunk porque es muy derrotista en términos políticos. Lo que nos cuentan es que el futuro será una pesadilla controlada por las grandes corporaciones y no puedes hacer nada al respecto excepto convertirte en un egoísta e intentar maximizar lo que consigues en tu “esquina de la calle”, concebida como un escenario de cine negro. Esto tiene mucho de pose y, en cualquier caso, no propone soluciones a través de la acción política. Mi concepción de la ciencia ficción es más utópica y más realista. No vivimos en el escenario de una política de ciencia ficción y el futuro va a ser mucho más variado e interesante de lo que el cyberpunk nos muestra. Lo mejor que se puede decir del cyberpunk es que nos enseña cómo se vivía en algunas partes de Estados Unidos en los años ochenta.


LDNM: ¿Qué nos puede decir de Señales de lluvia (Minotauro, 2005) y la trilogía del futuro cercano que está escribiendo? ¿De qué manera depende la lucha por una sociedad más justa y racional de este acercamiento al “futuro cercano”?

KSR: Lo que estoy intentando hacer es escribir la historia de un futuro posible en el que el daño medioambiental causado por el calentamiento global se confirma (ya hemos puesto estos acontecimientos en marcha, como estamos viendo por todas partes) y el mundo intenta reaccionar cambiando rápidamente su base tecnológica. El cambio de la base tecnológica requiere un cambio en la cultura política, haciéndola más cercana a la gente y menos dependiente de los intereses egoístas de unos pocos. Esto significaría ir más allá del capitalismo tal y como lo conocemos. A lo que me refiero es a que el daño que ha hecho el capitalismo al medioambiente es tan severo que tendremos que alterarlo si queremos ir hacia un modelo de sociedad más racional y justo. El calentamiento global puede forzarnos a hacer cosas buenas. Esta es claramente una novela utópica (de nuevo) pero he intentado hacerla lo más realista posible, sin distancia entre el presente y la era de las soluciones. Obviamente, es una de las muchas historias de nuestro futuro que son posibles, para nada es inevitable. Creo que tenemos que imaginar estos futuros y trabajar para conseguirlos. Por supuesto que este tipo de trabajo nos llevará a todo tipo de efectos cómicos quijotescos (comedia negra, farsa y sátira, además de la comedia clásica de las buenas intenciones que descarrían y, por último, el matrimonio y los niños felices, como en las comedias de Shakespeare) que son un aliciente para el novelista y espero que para los lectores también.

Re: ROBINSON, Kim Stanley

Nota Dom Ago 11, 2013 2:56 pm
Daniel Arjona, en entrevista a Kim Stanley Robinson con el título “Las estrellas están demasiado lejos”, en El Cultural, el 19 de julio de 2013, escribió:
    Hace años The New York Times advirtió que Kim Stanley Robinson escribía “la ciencia ficción del futuro”. Hoy, tras una espléndida carrera que ha servido clásicos del género como su trilogía marciana, el escritor estadounidense corona con 2312 (Minotauro) un tour de force que se desenvuelve dentro de tres siglos en un sistema solar en trances de colonización y en el que vibran los grandes retos del presente, del cambio climático a la justicia económica


Si un antropólogo futuro se aplicara a la comprensión de los miedos y esperanzas de la actualidad, encontraría en las novelas de ciencia ficción sus más elocuentes y perspicaces fuentes. Desastres ecológicos, colonización espacial, amenazas robóticas... De todo eso hay en 2312 (Minotauro), novela con la que Kim Stanley Robinson (Waukegan, Illinois, 1952) acaba de llevarse el Nébula, uno de los más importantes premios de ciencia ficción. Y, sin embargo, todo es distinto. Porque, tras narrar en su trilogía marciana, con barroco detalle, la terraformación del planeta rojo, KSR asume aquí las limitaciones científicas y técnicas y se larga una space opera razonada y razonable que transcurre dentro de sólo tres siglos en el escenario reducido del sistema solar.

“¡Pero es que para mí es un futuro lejano!”, exclama KSR. “Piense en 300 años atrás, en 1712, cuánto ha cambiado todo desde entonces y cuánto va a cambiar, mucho más rápido, en los próximos 300. Abruma imaginarlo. Hay historias de ciencia ficción que se extienden millones de años en el futuro. La mía es una historia imaginable: no habrá civilizaciones interestelares porque las estrellas están demasiado lejos”.


Doctor en Philip K. Dick

KSR lleva toda su vida midiendo esa distancia. En 1984 se doctoró en Literatura en San Diego con una tesis sobre las novelas de Philip K. Dick, el tortuoso genio de la ciencia ficción norteamericana, del que bebió la inquietud por un futuro de superpoblación y naturaleza esquilmada que coexiste con increíbles avances técnicos. Futuro que asoma en su primera trilogía, la de las tres Californias, pero sobre todo en la serie de novelas sobre Marte que le dio fama mundial. KSR acaba ahora de publicar en EE.UU. Shaman, en la que, en un requiebro, troca el futuro por el pasado para viajar a la edad del Hielo.

En 2312, la intención de escribir una historia “imaginable” o “posible” no la despoja precisamente de esas grandes ideas que encienden la imaginación de los amantes del género. Aquí es la ingeniería la proveedora de milagros: una ciudad mercuriana móvil que evita así achicharrarse, asteroides habitables, ascensores espaciales...

-Defiende, además, que se trata de ideas factibles...
-Sí, y también la rápida terraformación de Venus con un escudo orbital que bloquea la luz del sol. Son todas obras de ingeniería de grandes proporciones. Pero ninguna de ellas requiere una nueva física, como algunas otras ideas de la ciencia ficción lo exigen (viajar más rápido que la luz, los viajes en el tiempo). Son problemas de ingeniería, no nuevos postulados de la física. Lo que sugiero en 2312 es que nuestro creciente poder científico y tecnológico seguirá aumentando y combinándose con una enorme potencia de cálculo para acelerar nuestras habilidades en los próximos tres siglos. También quiero sugerir que eso podría no ser suficiente para restaurar los daños que le causamos a la Tierra, y que el progreso inimaginable y los problemas irresolubles podrían coexistir. 2312 es un conjunto de preguntas sobre el futuro.

-Hablando del futuro. Usted rechaza las ideas del transhumanismo, movimiento que vaticina la fusión de hombres y máquinas. ¿Eso es ciencia o religión?
-Puede ser una nueva religión o bien una estafa por la que algunas personas tratan de hacer dinero. Como la Cienciología. En el transhumanismo hay un profundo desconocimiento, ya que está muy claro que no entendemos el cerebro humano, la conciencia o la voluntad lo suficientemente bien como para hacer una imitación artificial que funcione. Y luego el nombre de “inteligencia artificial” es muy engañoso, ya que si bien existirían varios tipos de IA muy rápidos y de gran alcance, ni siquiera se acercan a modelar la conciencia humana, incluyendo la voluntad. Así que la idea transhumanista de la Singularidad, ese momento en el que la inteligencia de la máquina nos dejará atrás, es una fantasía que no entiende ni los cerebros, ni los ordenadores, ni la voluntad, ni la historia, todo a la vez. Menudo logro. La ciencia ficción está, por supuesto, llena de este tipo de ideas erróneas, fantasías divertidas que nunca se harán realidad.

-En 2312 nos encontramos además con una historia de amor entre dos humanos de mundos distintos. Creo que fue lo primero que le vino a la cabeza. ¿Una historia de amor en lo último de KSR, “el duro”?
-Sí. Quería narrar un romance entre una persona voluble (mercurial) y una persona taciturna (saturnina). Sería una extraña pareja pero, todas las parejas son extrañas, ¿no? La broma era que la persona mercurial sería de Mercurio y la persona saturnina de Saturno, por lo que necesitaba un sistema solar que abarcase la civilización y, por lo tanto, un futuro lejano que lo hiciera plausible. Y así, las ideas tontas acaban en novelas.

Y es que una arcaica nomenclatura en la ciencia ficción de antaño separaba las aguas entre escritores soft, aplicados a contar historias -como Asimov, Bradbury o Clarke, y hard, más interesados en el detalle de los adelantos científicos y técnicos -como Larry Niven, Greg Bear, Neal Stephenson o el propio Kim Stanley Robinson.


Ciencia ficción por sí misma

-La división, ¿tiene sentido hoy?
-No, pero es que nunca lo tuvo. La llamada ciencia ficción hard siempre estuvo plagada de fantasías, y su dureza residió, por lo general, en sus actitudes hacia los pobres, ya que era típicamente de derechas o libertaria. Así que se podría decir que los promotores europeos de la austeridad son “escritores de ciencia ficción dura”, ya que tienen una visión del futuro que es hard. Y en ese sentido, mis libros de Marte destruyeron el concepto de ciencia ficción dura. Lo que espero que quede es la idea de la ciencia ficción por sí misma, desnuda de todos sus adjetivos. Ya es un poco raro separar la ciencia ficción del resto de la literatura, como si el futuro no siempre hubiera sido parte de nuestro pensamiento cotidiano, pero subdividirla suponía, sencillamente, ir demasiado lejos. Dejémoslo en ciencia ficción. Es un nombre provocador y poderoso.

-¿Usted a qué autores actuales del género sigue?
-Me gustan muchos los escritores de ciencia ficción británicos que trabajan hoy en día, los leo con interés y admiración. Y todavía sigo a los escritores de la época de la nueva ola que fueron mis maestros y primera fuente de inspiración: Le Guin, Wolfe, Delany.

-En 2312 el cambio climático ha convertido a Nueva York en una nueva Venecia y obligado a la colonización del sistema solar. ¿La huida es inevitable?
-Esa es la pregunta crucial. No creo que conquistar el sistema solar sea necesariamente útil a la humanidad, o para el logro de una civilización sostenible en la Tierra. Creo que, si sucede, será interesante, emocionante y útil, pero también un añadido, una contribución a lo que necesitamos saber para ayudar a la Tierra -“la ciencia espacial es una ciencia de la Tierra”- El espacio se asemeja a la Antártida, en este sentido, es sólo una pequeña parte de la Historia. El foco principal de la historia humana siempre estará aquí, en la Tierra. Ahora, con nuestra capacidad tecnológica creciente, es mucho lo que vamos a ser capaces de hacer con el objeto de restaurar el paisaje, e incluso el equilibrio climático: maquinaria para extraer el CO2 de la atmósfera y, o bien secuestrarlo como hielo seco o utilizarlo para crear grafeno y materiales de construcción de fibra de carbono, o ambos. Pero el asunto es que el daño que hacemos a los océanos, acidificándolos y calentando la Tierra de tal manera que aumente el nivel del mar, provocará cambios demasiado grandes para que tengamos siempre el poder de revertirlos. Estoy diciendo que podemos ser muy poderosos, pero nunca seremos sobrehumanamente poderosos: esta es la distinción esencial entre la ciencia y el cientificismo, o entre la ciencia ficción como yo la concibo, y el transhumanismo u otras fantasías de trascendencia. Estamos atrapados en esta realidad física y sólo podemos lograr lo que la física permita.

-¿Y qué nos permitirá?
-Tenemos que centrarnos de inmediato en el problema de la Tierra, la salud ambiental y el bienestar humano en su conjunto, como un gran ecosistema. Podemos hacer grandes cosas con las tecnologías adecuadas -y ahora me refiero a las tecnologías sociales, como la justicia. El capitalismo es un algoritmo de destrucción que hemos urdido nosotros mismos, y que no es lo suficientemente bueno para que podamos sobrevivirlo. Necesitamos pensar en nuestras leyes en conjunto, haciendo de ellas la tecnología más importante de todas, el sistema operativo del planeta y sus especies.


El ejemplo de Mondragón

-Precisamente narra un futuro en el que el capitalismo ha sido sustituido por un nuevo sistema económico, el acuerdo Mondragón, lo que asombrará al lector de aquí, pues se basa en la cooperativa española. ¿Cómo supo de este pueblo y por qué le atrajo?
-La primera vez que oí hablar de Mondragón y su sistema de cooperativas fue cuando estaba escribiendo mis libros de Marte, es decir, a finales de 1980 y principios de 1990. Mondragón es ampliamente conocido en las comunidades teóricas izquierdistas de todo el mundo, ya que representa un ejemplo vivo de una alternativa al capitalismo estándar. Es famosa en esos círculos, como el estado de Kerala en la India, la ciudad italiana de Bolonia, el experimento de autogestión en Yugoslavia, y algunos otros ensayos de alternativas. Ahora, tengo que confesar un intenso interés por lo que ha ocurrido en Mondragón en medio de la actual crisis del euro desde 2008, y la crisis de desempleo de los jóvenes en España, esta noción creciente en todo el Mediterráneo de que puede haber una “generación perdida”. ¿Cómo se ha desarrollado en Mondragón? ¿Se ha mantenido sólido en la crisis, o no? ¿Hay lecciones allí que el resto de España y del mundo pueden aprender? Espero aprender más de lo que he podido averiguar.

-2312 ha ganado este año el Nébula de novela, 20 años después del primero que se llevó por Marte Rojo. ¿Cómo recuerda aquella trilogía marciana? Si en 1993 un viajero del tiempo se le presenta para anunciarle el futuro, ¿usted le habría creído?


La globalización incompleta

-Creo que sí. Las semillas del momento actual se establecieron a raíz del fin de la Guerra Fría, cuando el triunfalismo del capitalismo condujo a una globalización destructiva y explotadora. Hemos repetido el mismo panorama de entonces muy bien. Lo que nadie predijo fue el 11 de septiembre y todo lo que siguió a ese trauma. Ahora sabemos mejor que la globalización nunca fue completamente global en su hegemonía cultural, que no significó “el fin de la historia”. Pero mi trilogía de Marte ya lo adelantaba, pues en ella asoma una fuerte presencia islámica y problemática en ese planeta, no asimilada al modelo occidental. Y tiene lugar también la destrucción terrorista, y la creciente presencia de China e India, en Marte y en los asuntos terrenales. Y en la tierra, el aumento del nivel del mar es el gran problema. No había una gran brecha en esos años, sino solamente un momento impactante en nuestra creciente comprensión de dónde nos encontrábamos en la historia mundial. Así que la trilogía de Marte aún funciona como un diagnóstico e incluso como una descripción de lo que iba a venir después. En 1993, como ahora, el capitalismo se ve muy fuerte y destructivo del medio ambiente y el bienestar humano, y las alternativas parecen débiles -todos ellas a excepción de la propia ciencia, concebida como un contrapeso independiente y semiautónomo, una enorme potencia para el bien que podemos usar para ayudarnos, incluso para inventar una economía adecuada, como la tecnología social que más se necesita para llevarnos a través de este siglo a una civilización sostenible. Que es lo que he tratado de imaginar todo el tiempo.

-Tengo entendido que, después de EE.UU, España acoge a su mayor legión de seguidores.
-Es cierto, y quiero agradecer a Minotauro, y a todos mis lectores españoles por ser, a lo largo de veinte años, el más grande y mejor de mi público extranjero.

Re: ROBINSON, Kim Stanley

Nota Lun Dic 22, 2014 3:33 pm
Costan Sequeiros, en "El presente: campo de batalla del pasado y el futuro", en Tribulaciones de la Clase Ociosa, el 21 de diciembre de 2014, escribió:Hoy me temo que voy a aprovechar que es domingo para traer algo más ligerito, y voy a dejar que otro hable desde aquí. Las palabras serán un pequeño extracto de la novela Marte Azul de Kim Stanley Robinson, donde hace una interesante reflexión sobre la historia y el cambio social. Puede contener algún spoiler, así que si piensas leer la novela, mejor sáltate este post (al fin y al cabo, ya llegarás al fragmento cuando toque; para los demás, creo que vale la pena rescatar la reflexión aquí porque, aunque no sea nada científica, si que tiene cierta capacidad evocadora e inspiradora). Sin enrollarme más, os dejo con el extracto:

    «En la década de 2170 la historiadora marciana Charlotte Dorsa Brevia publicó en varios volúmenes una densa metahistoria analítica, como ella la llamaba, en la que sostenía que la gran inundación había actuado como factor desencadenante y los avances técnicos lo habían hecho posible, pero el carácter específico del nuevo renacimiento provenía de algo más fundamental, del cambio de un modelo socioeconómico global a otro. Exponía un “complejo de paradigmas residuales/emergentes superpuestos”, según el cual toda gran era socioeconómica se componía más o menos a partes iguales de los sistemas inmediatamente anteriores y posteriores, que no obstante no eran los únicos; constituían el grueso del complejo y aportaban los factores más contradictorios, pero otras características relevantes provenían de sistemas más arcaicos y de vislumbres de tendencias que no florecerían hasta mucho después.

    Así, por ejemplo, el feudalismo era para Charlotte resultado del choque de un sistema residual de monarquía absoluta religiosa y del sistema emergente del capitalismo, con importantes ecos de las castas tribales, más arcaicas, y débiles presagios del humanismo individualista posterior. La relación entre esas fuerzas cambió con el que el Renacimiento del siglo XVI dio paso a la era capitalista. El capitalismo incluía, a su vez, elementos contrapuestos del feudalismo residual y de un orden futuro emergente que empezaba a perfilarse en esos momentos y que Charlotte llamaba democracia. Y ahora estaban en plena era democrática, afirmaba, al menos en Marte. La incompatibilidad de sus constituyentes quedaba subrayada por la desgraciada experiencia de la sombra crítica del capitalismo, el socialismo, que había teorizado la verdadera democracia y la había exigido, pero en el intento de ponerla en práctica había empleado los métodos disponibles en su tiempo, los mismos métodos feudales del capitalismo; las dos versiones de la mezcla habían resultado ser tan destructivas e injustas como el padre residual común. Las jerarquías feudales del capitalismo habían tenido sus equivalentes en los experimentos socialistas, y aquella había sido una era tensa y caótica de lucha dinámica entre feudalismo y democracia.

    Pero en Marte la era democrática había surgido al fin de la era capitalista, según la lógica del paradigma de Charlotte, una lucha entre los residuos belicosos y competitivos del sistema capitalista y algunos aspectos emergentes de un orden más allá de la democracia, orden que aún no podía ser caracterizado con detalle pues nunca había existido, pero para el cual Charlotte aventuraba el nombre de Armonía, o Buena Voluntad General. Ella realizaba un estudio detenido de las diferencias evidentes entre la economía cooperativa y el capitalismo desde una perspectiva metahistórica más amplia y la identificación de un extenso movimiento en la historia que los comentaristas llamaban Gran Péndulo, un movimiento desde los arraigados vestigios de las jerarquías dominantes de nuestros ancestros, primates de la sabana, hacia la lenta, incierta, dificultosa, no predeterminada y libre emergencia de una armonía e igualdad que caracterizarían la verdadera democracia. Ambos elementos en pugna habían existido siempre, y el equilibrio entre ambos había ido cambiando lentamente a lo largo de la historia de la humanidad: la dominación de las jerarquías se había ocultado detrás de todos los sistemas aparecidos hasta ese momento, pero al mismo tiempo los valores democráticos se habían alzado siempre como esperanza, expresados en la conciencia del valor del individuo y en el rechazo a las jerarquías, que al fin y al cabo eran impuestas. Y mientras el péndulo de la metahistoria oscilaba a lo largo de los siglos, los intentos notablemente imperfectos de instituir la democracia habían ido ganando poder. En un reducido círculo de seres humanos había imperado el igualitarismo, en las sociedades esclavistas de la antigua Grecia o la Norteamérica revolucionaria, por ejemplo, pero el círculo de iguales se había ampliado algo más en las últimas “democracias capitalistas”, y en el momento presente no solamente todos los humanos eran iguales (al menos en teoría), sino que se tomaba en consideración a los animales, e incluso a las plantas, los ecosistemas y los mismos elementos. Charlotte intuía estas últimas extensiones de la “ciudadanía” entre los rasgos precursores del sistema emergente que tal vez siguiese a las llamadas democracias, el periodo de utópica “armonía” postulado en su teoría».

Y tú, ¿qué opinas de esta visión de la historia?


Volver a Biblioteca

Antes de empezar, un par de cosas:

Puedes usar las redes sociales para enterarte de las novedades o ayudarnos a difundir lo que encuentres.
Si ahora no te apetece, puedes hacerlo cuando quieras con los botones de arriba.

Facebook Twitter
Telegram YouTube

Sí, usamos cookies. Puedes ver para qué las usamos y cómo quitarlas o simplemente puedes aceptarlo.