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Desacuerdos (2004-2014)

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Desacuerdos (2004-2014)

Nota Mar Ene 17, 2012 5:20 am
Desacuerdos
(España, 2004-2014)


(dialnet)


Introducción

En la introducción a su primer número se escribió:A principios de los años 80 comenzaron a desarrollarse en España unas estructuras institucionales para la difusión del arte contemporáneo basadas en criterios ligados al global del mercado, y específicamente del mercado del arte. Difusión en la que conviven contradictoriamente la apología del espíritu postmoderno y la restauración de gestos y actitudes premodernas y prevanguardistas; estructuras legitimadas por un discurso de modernización que se plantearon esencialmente al servicio de la promoción de la industria artística, en detrimento de otros posibles modelos de política cultural para los cuales el mercado no era necesariamente el entorno privilegiado o legítimo. Hay que tener en cuenta, en cualquier caso, que dichas políticas se iniciaron programáticamente en un contexto originalmente carente de museos e instituciones capaces de garantizar una función pública del arte, y que estaban enmarcadas en el contexto más general de las nuevas políticas de modernización administrada que se pusieron en marcha con el advenimiento de la socialdemocracia al gobierno. También es necesario resaltar que todo ello abre un periodo en el que las políticas culturales adquieren una significación sin apenas precedente en nuestro contexto, alcanzando ocasionalmente el grado de verdadero buque insignia de las políticas de Estado más generales.

A la larga, hemos podido observar que esas estructuras, uno de cuyos emblemas sería la feria de arte contemporáneo ARCO, ha profundizado la sima entre el arte y la vida social, y han contribuido a crear un gueto autorreferencial, disociado de cualquier reflexión ética y política sobre el papel del arte y la cultura en un entorno social y cultural complejo. El fracaso del modelo se hace hoy aún más visible cuando se constata que determinadas políticas y estructuras concebidas en parte a modo de plataforma para el lanzamiento internacional de los artistas españoles, entendidos a modo de producto de marca o industria nacional más (como en el cine o la moda), no acabó de funcionar como tal y estos artistas no han alcanzado esa deseada "normalización" en el mercado internacional. Un mercado que, en el ámbito nacional, nunca acabó de despegar, pudiendo afirmarse hoy que la realidad económica del arte en España está sostenida por las instituciones públicas (las administraciones, museos y centros de arte, universidades) y sobrevive como un ámbito productivo caprichoso y precarizado, lo que contradice los objetivos implícitos de las políticas de fomento del mercado, orientadas a reforzar el papel de una "sociedad civil" casi siempre simplificada a la imagen mistificada que el neoliberalismo nos ofrece de un entorno social libre de antagonismos y cuyas principales o únicas fuerzas dinamizadoras serían las de la competencia.

Esta contradicción entre unas políticas que pretenden promover la necesidad social del arte, aunque lo hacen a través de su desvinculación de cualquier necesidad social (más allá de la enésima actualización de las tradicionales funciones elitistas de las bellas artes y su ocasional maridaje con la neoliberalización de la cultura), apunta hacia un doble lenguaje en juego en las políticas culturales en España que dominan durante los años 80 hasta nuestros días.

La historia, con todos los matices que se quiera, es más o menos conocida: pero menos lo son sus interpretaciones disidentes, y la existencia de otros modelos puestos en juego, aun embrionaria o testimonialmente, en los campos culturales y artísticos de nuestro país en el último medio siglo. Al efecto de divorcio arte-sociedad que se deriva de las políticas administradas durante los años 80 hay que sumar la manera en que este modelo ha oscurecido el conocimiento de otro tipo de prácticas y contramodelos que han buscado, en épocas diferentes y de muy diversas formas, establecer complicidades y efectos en el ámbito público, y aún más en algunos casos: erigirse como esferas públicas alternativas o de oposición desde el campo cultural, vinculadas en algunos casos, manifiestamente, a proyectos de transformación y democratización social más amplios.

Si, de acuerdo con Jacques Rancière, toda política crítica implica un rasgo de "desidentificación", de desacuerdo sustancial, con algún tipo de consenso social preestablecido, se plantea rastrear una pluralidad de prácticas, modelos, contramodelos culturales que no responden al tipo de estructuras, políticas y prácticas dominantes que se impusieron durante los años 80, en aquel momento privilegiado de tránsito histórico en la pretendida modernización de nuestro país. Al tiempo, se propone elaborar una historia crítica de tales estructuras y políticas, en un momento como el actual en el que su deslegitimación y manifiesta ineficacia no es óbice para su continuidad como modelo de administración de la cultura y el arte lastrado por la prueba de los hechos,

Desacuerdos, en consecuencia, no es de ninguna manera un proyecto sobre "arte político" en España. Versa sobre los vínculos entre prácticas del arte, políticas y esfera pública en nuestro contexto en las últimas décadas. Política como gestión administrativa de las decisiones dirigidas a implementar modelos concretos de modernización cultural de Estado. Pero sobre todo, en enfático plural, políticas: dinámicas y correlaciones de fuerzas en el seno de una sociedad civil digna de tal nombre, con sus complejidades y contradicciones. Y ello a partir de una noción de esfera pública que desborde las estrecheces de "lo público estatalizado y/o mercantilizado", para abordar los espacios, las situaciones, las relaciones sociales que instituyen una democracia efectiva: la esfera pública como la "fábrica" que produce lo político. Y la función del arte en todo ello, entendido como práctica discursiva y producción cultural determinada por un contexto histórico y unas condiciones sociales, en una comprensión que rompa con las visiones idealistas.

Desacuerdos no busca sencillamente llenar de nuevos contenidos o datos un relato historiográfico, el establecido, plagado de banales lugares comunes y ocultamientos. ¿Cómo narrar historiográficamente la singularidad de la modernidad artística española, una modernidad no ortodoxa, dominada por discontinuidades e interrupciones inevitablemente ligadas a los avatares políticos y sociales del pasado siglo? ¿Qué significa reconocer desde el arte nuestra modernidad como simultáneamente central y periférica, fuertemente contradictoria, nuestra ilustración siempre insuficiente? ¿En qué medida las instituciones culturales pueden contribuir a nuevos procesos de democratización radical de la sociedad, cuando su fachada de legitimación clásica (la cultura como proyecto de educación y emancipación ciudadana) hace tiempo que se desmoronó, a pesar de su pervivencia administrativa en forma de simulacro participativo, turístico, nacionalista, identitario…? ¿Qué sentido y utilidad tiene un nuevo relato historiográfico de nuestra modernidad artística producido al calor de instituciones culturales, en un momento histórico como el actual, cuando la sociedad civil planetaria muestra síntomas claros de revitalización frente al creciente autoritarismo económico y de Estado y la crisis de las democracias parlamentarias? Son estas algunas de las cuestiones que nos acechan a la hora de repensar losmodos de narrar nuestra historia del arte del último medio siglo, en desacuerdo con los relatos establecidos tanto en el ámbito académico como en la vulgata crítica. Las respuestas, y acaso nuevas preguntas, se encontrarán en el camino de acometer nuevos modelos narrativos complejos, donde el relato histórico no maquille discontinuidades, no niegue contradicciones, no oculte momentos de ruptura, de irrupción de la diferencia y la diversidad. Un relato que traiga a primer plano los fenómenos críticos y de oposición sin anegarlos, que busque por el contrario poder narrarlos en sus términos propios: en términos de contradicción y antagonismo.

Desacuerdos es un proyecto de colaboración institucional entre Arteleku - Diputación Foral de Gipuzkoa, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona y la Universidad Internacional de Andalucía - UNIA arteypensamiento, que surge de la voluntad de erigir un contramodelo historiográfico que desborde el discurso académico, contribuyendo a sentar algunas bases de reconstrucción de una posible esfera pública cultural crítica. Historiografiar críticamente determinadas políticas artísticas no puede hacerse sino desde la puesta en práctica de modelos de gestión cultural explícitamente nuevos. En este sentido parece crucial la puesta en marcha de una estructura descentralizada y de colaboración en red entre instituciones culturales de diversa índole, que ponga en marcha dinámicas de trabajo que ocasionalmente desborden los límites institucionales para que otros ámbitos críticos de la cultura puedan operar sin verse subsumidos o innecesariamente condicionados.





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